jueves, 19 de mayo de 2011

Lo último que muere

―Dicen que la esperanza es lo último que muere, primor.
―Puede ser. Pero muere, al fin y al cabo.
―Entonces bien puedes ir mandando ya al carajo tu vida entera.

Enserio, ella no tenia ni idea de lo que le hablaba.

―A ver, Noi ―reclamé su atención, tomando su rostro entre mis manos y obligándola a mirarme fijamente. (Era la única forma de lograrlo)―. ¿Te has preguntado alguna vez, de que va nuestro trabajo?

Sonrió.

―Patear… ¿traseros? ―contestó, como si fuera la más obvia de las obviedades. Y luego intento escapar de mis manos.

―¡No! ―le retuve―. Mantener la esperanza viva. ¡La esperanza viva, maldita sea! No has entendido nada, ¡nunca entiendes nada!

Y no pude más con toda la ira contenida. La odiaba. Por ser tan practica y cruel, todo tan blanco o negro. Para ella todo era tan sencillo… o era o no era. Tan peligrosamente despreocupada, relajada y cínica. Y tan profunda, perdida y confundida, que nadie siquiera notaba que lo era. Era una carga para mí. Para la misión, un desastre. Y a la vez el punto clave. No podía más con ella…

… así que la besé.

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