sábado, 4 de junio de 2011

Y a días y minutos de librarme de preocupaciones académicas, este breve y eterno paréntesis que no acaba me deja mucho tiempo para pensar. Me encuentro en una situación de soledad, soledad pacífica y neutral, que no es buscada -más bien parece obligatoria- y tampoco rehusada. Lo único que me mantiene atado a lo plural es ..., lo que comienza a deshacerse de mi como quien termina una copa. Entonces el camarero se la aparta, y le pregunta si quiere otra de lo mismo, otra cosa, o simplemente queda satisfecha por el momento. Ojalá fuera otra de lo mismo. Si no, la entendería, puedo ser un licor muy pesado y de sabor extraño, no a todo el mundo le convence, ni siquiera a mi misma en mi propia fermentación me gusta del todo.

En estos momentos mi vida se basa en cuatro pilares: Sie, estudiar, pensar, escribir. Todos los días se repiten a modo rutina (temporal). Acabaría loca si esto se prolongara un par de semanas más. El primer pilar lo adoro y lo detesto, me da la energía y me la quita. Estudiar nunca fue sano, y menos cosas repetidas y saturadas durante todo el año. Pensar, llega un punto en que tampoco es sano porque duele... Y por último, escribir, depositar mis inflados recuerdos en palabras inteligibles y marginadas, tan necesarias.

Cuando voy a mandar todo a la mierda... Cuando voy a quemar mis paranoias, salta la conversación. Es una situación tan abstracta como la estructuración de esta entrada...

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