domingo, 6 de octubre de 2013

Él un ángel y yo un ángel caído

He destruido al ser más bello en cuerpo y alma. Si Dios existiese él sería uno de sus ángeles. Su tez blanca, su pelo rubio, su piel tersa, sus manos suaves y sus ojos más oscuros que la avellana; y su nariz... Él solía decir que era demasiado grande, pero a mí me gustaba porque le hacía peculiar, único.
El ser de más puros sentimientos y el más sincero sobre la faz de la Tierra. Pero resulta que amar significa destruir y ser amado ser destruido. Él es a quién yo más he amado y ahora se encuentra destrozado , aunque no tanto como mi corazón que tendrá  que acarrear con el peso de la culpabilidad y el dolor de su pérdida incluso después de muerto.
Y aún con todo eso yo soy suya; sus besos serán los últimos besos que hayan tocado mis labios, sus manos las últimas en acariciar mi piel y él, el último en haber conocido mi amor.
Yo entera formada por un cúmulo de mentiras. ¿Quién soy yo en realidad? No tengo segura mi propia identidad. Sólo tengo clara una cosa: le he amado como a nadie nunca he amado ni podré amar. Él fue el pilar que me mantuvo viva y ahora sin él sólo estoy muerta en vida...

No hay comentarios:

Publicar un comentario