viernes, 4 de febrero de 2011

Trocitos de memoria.

Ayer me puse a mirar documentos viejos, de esos que tienes en el ordenador que nunca miras y cuando llega la hora de borrarlos te da pena, y los metes en un CD, que luego tampoco miras, pero ahí está, entre los libros que poco, por no decir nada miras y las figuritas en la estantería, que ya ni de reojo.
Mirando los escritos que hice hace 2 o 3 años me encontré con un libro que estaba escribiendo, que luego sin saber exactamente por qué no continué, pero que iba por mal camino. Trata sobre una mujer que estaba en tratamiento por depresión, que todo lo veía y notaba diferente, y se desahogaba escribiendo. 
La cosa interesante es que no llegué a escribir por qué enfermó de depresión, pero parece ser lo "enganchante" de la historia. Me gusta la idea, no sé cómo llegué hasta ella (mejor dicho, no lo recuerdo) y puede que continúe escribiendo y completándolo un poco más.

Lo que más interesante me parece es que con 13 años escribiese sobre eso, y de esa manera. Fue como encontrarme con mi Yo de hace 3 años y coger sus apuntes para corregirlos. Revivir lo que pensaba y sentía sobre la vida, sobre los sentimientos, sobre todo el general. Sentir más cerca los echos que sucedieron y que marcaron, unos buenos y otros pésimos, que me enseñaron y que, por lo que veo, me hicieron cambiar mucho mis puntos de vista. Recordarme sentada en el escritorio con los panes de leche que merendaba a un lado de la mesa y al otro el ordenador. Con muñequeras negras, pantalones campana y escuchando quién sabe qué... Rapsusklei, o Arianna Puello, o Kiruba. No transcurría bien mi cerebro y mis gustos estaban un tanto desordenados. Supongo (y espero) que sería lo normal en esas edades... 

Bueno, y hablando de la historia de una tal Ari deprimida por lo que todavía no se sabe (supongo que le pondría ese nombre por Arianna Puello... xDD...), hay una parte que ayer leyendo me encantó, no sé qué tiene, pero me gusta cómo lo hizo la Eli de 13 años... :) . Aquí está.

- ¿Por qué lloras ?
- Sencillo... porque se ha 
establecido una red neural biológica entre el conducto lagrimal y las áreas de mi cerebro humano que están implicadas con la emoción. Por eso lloro. Mi cuerpo es como los demás, una máquina, aunque sin tornillos metálicos, que hace caso al dichoso cerebro. Y le llamo dichoso, sí. Dichoso porque disfruta de su dicha. Disfruta al ver que mis ojos le obedecen. Mis mangas no consiguen estar secas, mi almohada esta harta de absorber, mis párpados no dan más de sí, y mi sistema simpático parece no existir. No quiero ser máquina. Quiero ser sentimiento. Quiero volar cuando mi mente vuele, ser seda cuando mis dedos acaricien, ser sonrisa cuando soy feliz. Pero no quiero ser máquina. Odio ser máquina.
Quiero ser abstracto, solo ser verbo, solo ser. - Se queda un momento en silencio sosteniendo la taza con las dos manos.- Caminar con el alma, ir donde ella te lleve, sonreír porque ella sonría y sea feliz. Debería estar prohibido poder sonreír sin sentir felicidad. Se ahorrarían muchos momentos innecesarios y absurdos. - Apoya su brazo derecho sobre la mesa y se levanta de la silla. El flequillo baila sobre sus ojos lentamente. Hasta su flequillo está enfermo.

Me encanta. Me impresiona muchísimo mi forma de expresarme. En aquellos tiempos no me gustaba que los demás viesen lo que escribía. Estaba en mi mundo, encerrada en él, y no tenía por qué enseñarle a los demás lo que pertenece a él.

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