miércoles, 26 de febrero de 2014

Y de pronto todo se desmorona, todo lo que tenía sentido ya no lo tiene. No quedan ganas de hacer nada, ya no quedan sonrisas, ni siquiera lágrimas por derramar. Y todo esto por tu conducta de niña estúpida, arrogante, malhumorada, descuidada y un millón de etcéteras. Tantas cosas buenas que te dicen tener y las desperdicias con el doble de defectos, y cuando aún podías cambiar todos y cada uno de esos defectos ya no queda nada por lo que valga la pena hacerlo.

 Nada te puede hacer sonreír, ni siquiera la música porque siempre en tu lista de reproducción suena alguna canción que te recuerda a él; y cada rincón de tu casa y cada momento de tu vida tienen que ver con él. Toda la ilusión de viajar, de tener un futuro lleno de posibilidades y trabajar y esforzarse para ello se derrumban con un solo adiós, el suyo. Sigo mis rutinas diarias porque nadie se percate de lo que en mi interior acontece, pero me resulta tan difícil esconderlo que hasta me duele el ocultarlo.

El corazón, o lo que queda de él da fuertes golpes queriendo salir del pecho, yo me agarro con fuerza en un pseudoabrazo como si eso fuese a evitar que me rompa en mil pedazos, pero yo no puedo romperme en pedazos porque él se llevó el único que tengo y me lo ha devuelto muerto, sin ganas de nada y sin ningún sentimiento bueno.

Me cuesta respirar, me cuesta hablar y me cuesta no pensar en él, estoy sumida en unos constantes escalofríos que no hacen más que recordarme que sigo viva, pero que él ya no está ahí para abrazarme y lo peor de todo, que ya no volverá a estar.

No quiero estar sola, me da miedo lo que pueda pasar por mi cabeza, porque como él varias veces me dijo estoy loca, y en medio de esa locura no hacen más que pasar una y otra vez mil maneras de morir, pero incluso así el daño causado sería mayor porque no sería yo la que sufre sino todos aquellos que dicen quererme y que aunque no sea verdad yo si quiero y no puedo hacer que pasen por eso.

Sólo me queda dañarme a mí misma, de la única forma que puedo hacerlo para que sosiegue en cierta parte el dolor interno y lo haga, al menos, más soportable.

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